Muestra. Obras realizadas hace 15 años se verán en el Museo Gurvich
El miércoles a las 19 horas se abrirá en el Museo Gurvich (Ituzaingó 1377) una exposición de pintura de Javier Bassi, que se titula "Salve el crepúsculo", la que permanecerá habilitada durante un mes.
La selección que podrá verse en ese museo de la Ciudad Vieja reúne trabajos que Bassi realizó hace unos quince años. Esas obras permiten abrir otro ángulo de aproximación a su pintura, luego de la muestra que llevó a cabo el año pasado en el Museo Nacional de Artes Visuales con las últimas piezas de su producción. En uno y otro caso, el trabajo del artista recorre un camino de extraordinario despojamiento reduciendo su lenguaje a lo esencial, igual que esos textos literarios cuyo poder de síntesis consigue cargar de significado a cada palabra. La pintura de Bassi avanza desde hace tiempo hacia una depuración tenaz que él mismo define como un método que no funciona a través de lo que agrega sino de lo que sustrae.
Lo atrayente en el caso es que no desenvuelve totalmente lo que propone, echando sobre el resultado un velo de misterio que actúa sobre el observador como si le impidiera internarse en la exploración de lo que ve, pero al mismo tiempo invitándolo a proseguir, porque la seducción que ejerce tiene más fuerza que la conciencia de que no podrá desentrañarlo por completo. A simple vista, esos trabajos parecen cerrarse ante las miradas ajenas, pero luego abren rendijas a medida que se los recorre, hasta adquirir un trasluz parecido al de la penumbra, que embellece las cosas reales porque no las descubre del todo. Quizá por eso la palabra crepúsculo aparece en el título de la exposición. Y también por eso la hermosura desolada de las obras de Bassi refleja su temperamento creador, donde la inteligencia pesa más que el talento y un largo proceso de reflexión importa más que el acto mismo de realización en que culmina. En todo caso, el resultado confirma el poderío de la pintura cuando trasluce con unos pocos gestos la intimidad de los sentidos que la mueven por dentro.
OTRO TEXTO. En el catálogo de esta nueva exposición figura un texto de María Simon. Esa mujer dedicada a una carrera académica y luego política, debería agregar la crítica de arte a sus notorios menesteres, porque al referirse a este pintor consigue decir lo necesario y lo más revelador:"La obra de Javier Bassi es absoluta. El artista se juega a lo estrictamente bello e invita a jugarse o rechazar, o tensiona esos impulsos. Su potencia expresiva y sugestiva prescinde al extremo de apoyatura temática. Está hecha de sugerencias y adivinaciones, las del artista y las del que mira y participa, que requieren trabajo, concentración y ensimismamiento. La obra expuesta es pintura ejecutada en su mayor parte entre 1997 y 1998, durante una estadía en Nantes, e incluye algunas obras de menor formato, cercanamente anteriores o posteriores. La coherencia del trabajo del artista permite que una faceta lo represente en forma inequívoca. Estos sublimados paisajes interiores van del bosque a la arquitectura, ambos regidos por la luz y la gravedad. La luz se revela protagonista justamente por lo escasa y esquiva. Más que iluminar las imágenes, la luz surge desde adentro o desde más lejos, sugiriendo crepúsculos matinales o vespertinos. La depurada técnica, que trabaja con finas capas de color y veladuras, con diluciones y sustracciones, más que exhibirse busca ser transparente, y su implícita aspiración sería desaparecer, dejando paso a la contemplación del vacío y el silencio. La materia se vuelve signo de lo inmaterial".
Conviene agregar que rara vez, como en la obra de Bassi, la maestría comparece con tan pocos halagos y tanta exigencia, confiada apenas a la seca expresividad de su lenguaje y a la huella dactilar que imprime su despojamiento.
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